jueves, 27 de septiembre de 2018

IPS / Periodismo por la democracia, entre balas y censura en América Latina


Los periodistas de América Latina se ven forzados a salir a las calles para reclamar respeto para la libertad de expresión, como estos que demandan en Caracas: ¡Basta de abusos contra la prensa! Crédito: Humberto Márquez/IPS

CARACAS, 21 sep 2018 (IPS) - El asesinato de periodistas y cambiantes formas de censura muestran que aún se mantienen bajo asedio las libertades de expresión y de información en América Latina, en particular en los países de mayor efervescencia social y polarización política.
El periodismo “mantiene un papel central en el trabajo por la democracia en la región, aunque sufre prácticas de persecución contra medios, periodistas y activistas políticos y sociales, las cuales contradicen los acuerdos hemisféricos por los derechos humanos”, dijo a IPS el uruguayo Edison Lanza, relator especial para la Libertad de Expresión en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
Ese asedio “es muy preocupante en países con crisis políticas que llevan a amenazas contra el periodismo, con actividades de los Estados o de diversos grupos para reprimir, restringir o silenciar a la prensa libre”,  señaló Natalie Southwick, coordinadora del programa latinoamericano en el no gubernamental Comité para Protección de Periodistas (CPJ), con sede en Nueva York.
“(El asedio) es muy preocupante en países con crisis políticas que llevan a amenazas contra el periodismo, con actividades de los Estados o de diversos grupos para reprimir, restringir o silenciar a la prensa libre”: Natalie Southwick.
Al CPJ “le preocupan casos como la persecución de medios y periodistas en Guatemala y Nicaragua, la lucha electoral que se polariza en Brasil, la crisis humanitaria, represión y censura en Venezuela, la violencia mortal e impunidad en México, y los peligros para periodistas en la Colombia post-acuerdo de paz”, dijo Southwick a IPS desde la ciudad estadounidense.
México, que hasta julio vivió una campaña electoral manchada por la violencia, ha visto morir asesinados a ocho periodistas en lo que va de 2018 (12 en 2017). El más reciente fue Javier Rodríguez Valladares, de 28 años, muerto a tiros en plena calle en Cancún, en el sureste del país, mientras entrevistaba con su cámara a un artesano del lugar, quien también fue asesinado.
Sandra Patargo, activista de la mexicana Red Rompe el Miedo, informó que documentaron 146 agresiones a periodistas durante la campaña. “Solo el día de la elección (1 de julio) hubo 32. Y el índice que impunidad en la violencia contra periodistas es de 99 por ciento”, señaló.
Por su parte, la red contra la violencia NVALabs registra “un aumento generalizado de la violencia en México, pero en el caso de las mujeres periodistas este crecimiento es alarmante, está en el entorno de 20 por ciento anual e involucra una doble agresión: por periodista y por mujer”, según dijo la fundadora de la organización Luisa Pérez Ortiz.
Hay periodistas y medios acosados o intimidados por su cobertura de la crisis institucional en Guatemala y la social en Honduras, dijo Lanza, aunque el caso más serio en América Central este año ha sido la peligrosa cobertura de la rebelión social en Nicaragua.
El 21 de abril, al despuntar la ola de protestas y represión que en cinco meses ha cobrado centenares de vidas nicaragüenses, fue muerto de un disparo en la cabeza el periodista Miguel Ángel Gahona, mientras filmaba un enfrentamiento entre manifestantes y policías en la localidad de Bluefields, en la costa atlántica de su país.
Un mes antes, en la frontera entre Colombia y Ecuador fueron secuestrados y asesinados -por un grupo disidente de la exguerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC)-  tres integrantes de un equipo periodístico del diario El Comercio de Quito.
En Venezuela, la prensa agoniza

De los 134 periódicos impresos que circulaban en Venezuela hace cinco años, en Septiembre de 2018 solo quedan 60, apenas la mitad son diarios, reducidas sus páginas, sus días de circulación y los ejemplares vendidos, según un estudio de Espacio Público, organización no gubernamental dedicada a la defensa de la libertad de expresión. 
“Esa reducción no se debe a la cruzada de cambios en la industria periodística que recorre el mundo, sino al monopolio del Complejo Editorial gubernamental para la importación y cupos de asignación de papel periódico”, advirtió a IPS el director de la organización, Carlos Correa. 
La medida ha traído como consecuencia el cierre y pérdida de empleos, al quedar solo en formato digital, de diarios emblemáticos de algunas regiones, como el centenario El Impulso de Barquisimeto, y que algunos estados no cuenten con periódico impreso alguno.
Correa sostiene que la agonía de los impresos es una de las tres carencias del periodismo actual para poder reflejar lo que acontece ante los venezolanos. Otra es el ataque, bloqueo y restricciones sobre el espacio digital, “de una manera cada vez más amplia y sofisticada, y que va desde la degradación de la calidad de internet hasta la responsabilidad estatal directa en la denegación del servicio y falta de protección para los nombres y dominios en la web”.
Una tercera traba estaría en la persecución sobre las fuentes informativas, como médicos que declaran y muestran imágenes sobre el mal estado de los hospitales, manifestantes, activistas o investigadores que denuncian corrupción o mala calidad en los servicios públicos, e incluso de usuarios de redes sociales que pueden ir a la cárcel en aplicación de una controvertida Ley contra el Odio elaborada por la exclusivamente progubrnamental Asamblea Nacional Constituyente.
También este año murieron a manos de pistoleros cuatro periodistas de radio, en distintos estados de Brasil. Un rasgo común es que en sus programas ventilaban casos de corrupción que implicaban a políticos de sus regiones.
Southwick saludó que, aún con estos casos, el asesinato de periodistas ha disminuido en países que en años anteriores fueron muy violentos, como Colombia, Honduras y Brasil.
“Sin embargo, las cifras pueden analizarse con más profundidad, si pensamos que en algunas regiones no hay más violencia porque por la inseguridad han disminuido las coberturas”, reflexionó.
Los ciberataques
Ese clima de persecución y asedio en que se desenvuelven muchos medios tradicionales ha comenzado a alcanzar a los digitales, que según señala Lanza “se han mantenido algo más fuera del alcance de las estrategias de control o interferencia de algunos estados”.
El crecimiento de herramientas digitales “ha sido una gran oportunidad para periodistas y medios que buscan expandir sus formas de contar historias, pero también para gobiernos y otros actores para tratar de limitar, controlar y censurar a la prensa”, observó Southwick.
Esos controles desde el poder se realizan “a través de tácticas como el hackeo de cuentas, ataques contra páginas web y, en casos como México, el monitoreo de periodistas con herramientas como ‘spyware’(programa espía) ”, detalló.
Esos programas recopilan información de una computadora y la transmite a una entidad externa sin el conocimiento o el consentimiento del propietario del computador.
“Operan también estrategias para criminalizar el uso de las redes sociales, como la Ley contra el Odio en Venezuela o Contra el Terrorismo en Nicaragua, utilizadas para vigilar las redes sociales y detener a personas que envían mensajes satíricos o críticos”, agregó por su parte Lanza desde Washington, sede de la CIDH.
Un ejemplo de estas actuaciones es la del caso de El Pitazo, un medio digital de investigación y noticias de Venezuela, que ha sido víctima de “hackeo” y denegación de servicio (DOS, por sus siglas en inglés) desde hace más de un año, denunció a IPS su director, César Batiz.
“Y todo parece indicar que se trata de gente ligada al gobierno con la complicidad del sector privado proveedor de servicios de internet”, agregó.
Con los ciberataques, El Pitazo ha visto disminuir sus usuarios cotidianos, de 70.000 hace un año a 12.000 en la actualidad.
“Los picos culminantes de esos ataques se registraron en septiembre de 2017 y abril de 2018, cuando publicamos informes sobre la detención en Estados Unidos, como testaferros para corruptelas multimillonarias, de familiares de altos cargos” en la estructura de poder en Venezuela, subrayó Batiz.
Viento a favor
Southwick consideró que “hay señales positivas en el mundo de los derechos del periodismo en América Latina. Sentencias y  juicios por el asesinato de periodistas como Jaime Garzón (1999) y Flor Alba Núñez (2015) en Colombia, y Pablo Medina (2014) en Paraguay y Brasil, apuntan contra el ciclo de impunidad, aunque quede mucho por hacer”.
“En Ecuador bajo el presidente Lenín Moreno hemos visto cambios enormes en la relación entre el gobierno y los medios, y esperamos cambios en la Ley orgánica de Comunicación”, sostuvo la activista del CPJ.
Según Lanza “el Cono Sur, sin perjuicio de la polarización política que allí se vive, está en una línea bastante consistente en defensa de la libertad de expresión y el derecho a la información”.
Además “hay una buena evolución en casos como Costa Rica, Panamá, Colombia y Perú, y son muy positivos los cambios que hace Ecuador, pues el presidente Moreno ha abandonado la organización del aparato estatal para controlar la información”, como sucedía con su predecesor, Rafael Correa (2007-2017).
“Cuando uno pone la lupa, encuentra problemas”, pero “en general la región se inclina hacia los estándares internacionales de democracia con libertad de expresión”, concluyó Lanza.
Edición: Estrella Gutiérrez

lunes, 24 de septiembre de 2018

SLAVOJ ZIZEK: "Chávez en Venezuela... fue un Fidel Castro con dinero"

“Este es el gran problema para la izquierda: el capitalismo se está acercando a grandes problemas, pero hoy la izquierda no tiene una respuesta coherente para decir qué deberíamos hacer. Esa fue la verdadera tragedia con Chávez en Venezuela", sostiene el filósofo izquierdista de origen esloveno Slavoj Zizek. 

Por Julia Cardozo / Supuesto Negado
http://supuestonegado.com/web/crisis-de-la-izquierda-segun-zizek/
El filósofo izquierdista de origen esloveno Slavoj Zizek concedió una extensa entrevista para la revista argentina Perfil en la que habla de la actualidad política global, de la crisis de la izquierda y de su visión del porvenir. Supuesto Negado te resume lo más importante:

El peronismo

La historia argentina me fascinó, pero debo decirle que nunca –y esto sorprendió a mucha gente, precisamente por ser yo una especie de izquierdista– me atrapó el peronismo. Sé que hay algunas tendencias de izquierda en el peronismo, pero me parece que la fórmula básica del peronismo sigue siendo la de un fascismo populista. Un gobierno fuerte y autoritario que controla ambos polos –los trabajadores y el capital–, trata de introducir algo de justicia, pero para mí esto nunca funciona a largo plazo. Causa corrupción, causa inmovilismo.

Trump

No deberíamos concentrarnos en Trump, sino en el fracaso del establishment político estadounidense, que le abrió un espacio. El acontecimiento importante es el fracaso de lo que, en términos marxistas, llamábamos hegemonía ideológica. Se abrió una brecha de desconfianza del proceso político dominante en el pueblo y Trump llenó ese espacio.
¿Cómo? Sí, quizás de forma peronista: combinando izquierda y derecha. Por eso me parece muy interesante la persona de Steve Bannon, el ex-asesor de Trump. Él juega constantemente a este juego de llegar a coquetear con el senador Bernie Sanders, incorporar algunas exigencias de izquierda que hoy ningún socialdemócrata se atrevería a implantar.

La derecha europea

Me sorprendí cuando un amigo polaco me contó que el gobierno cristiano conservador polaco –de Kraczynski, la gran eminencia en Polonia– implementó algunas medidas socialistas, como bajar la edad de la jubilación o más atención a la salud, cosa que ningún partido de izquierda moderada mainstream se animaría a hacer.
Lo mismo en Francia: Marine Le Pen fue la única, entre los grandes partidos, que se dirigió directamente a la clase obrera. Mi enemigo es la ideología de izquierda predominante, que es este moralismo políticamente correcto.

China

Lo que lograron en los últimos cuarenta años es impresionante. No creo que nunca haya habido un período –ni siquiera en el primer capitalismo de Estados Unidos– donde en solo treinta o cuarenta años un país haya pasado de la pobreza a un desarrollo tan explosivo. Pero lo triste es que demuestra que este desarrollo explosivo del capitalismo puede funcionar muy bien con un Estado autoritario. No es capitalismo en el sentido clásico, pero tampoco es un régimen autoritario cualquiera.
Un disidente chino –ésta es una historia verídica– denunció al Partido Comunista ante su justicia. Dijo que el PC había cometido crímenes (creo que se refería a Tiananmen). Le dieron una respuesta a los dos meses. Y esto no es una broma. ¿Sabe cuál es la respuesta? “Disculpe, pero analizamos todos nuestros registros y no existe ninguna organización llamada Partido Comunista”. El PC gobierna, pero no tiene status legal. Es misterioso.Todo el comunismo chino gobierna así. Y creo que ésta es la fórmula más pura del gobierno autoritario. Hay cierto sistema legal, el Gobierno, el Parlamento, pero todo se decide de antemano.

Internet y los monopolios tecnológicos

Los nuevos monopolios –Google, Amazon, Facebook– son algo que Marx no podría haber anticipado. En mi libro trato de desarrollar de dónde proviene el dinero, esas ganancias inmensas. Tampoco son ganancias, son rentas. ¿Qué hace Microsoft? Todos estamos en contacto, necesitamos un medio, que es nuestro medio común. Bill Gates tiene un monopolio (o más o menos) sobre ese medio.
Entonces privatiza nuestro espacio común. Lo mismo Amazon, uno compra libros. Facebook, el espacio común de nuestra vida privada. Entonces, no son ganancias. No es correcto afirmar que Bill Gates nos explota. No explota a sus trabajadores, creo que hasta les paga relativamente bien: Nosotros le pagamos a él una renta para que yo me pueda comunicar con usted. Es algo nuevo que Marx no pudo predecir. Marx pensaba que en el momento en que hubiera algo común, se terminaban las ganancias.

El capitalismo

El capitalismo realmente se volvió internacional… Ya no vale decir que el capitalismo es totalmente eurocéntrico y todo eso. ¡No! Hoy el capitalismo realmente cortó sus raíces. En este sentido es como un fantasma porque ya no está enraizado en una cultura particular, puede funcionar prácticamente con todas las ideologías, incluso con el Islam, con Singapur, China, Estados Unidos, Latinoamérica.
Entonces, el horror del capitalismo es que es una determinada maquinaria que funciona y puede ignorar todas las culturas y civilizaciones. Es algo único en la historia de la humanidad.
Lo que me temo –y no estoy diciendo nada revolucionario ¡por Dios!, Bill Gates y todos dicen lo mismo– es que el capitalismo, así como está, no puede sobrevivir.

Las revoluciones

En esto también soy crítico. Marx todavía creía que la revolución sería un único acto de emancipación. Creo que si el siglo XX nos deja una lección es que las revoluciones no solo pueden salir mal, sino que también, en cierto sentido, casi que diría que tienen que salir mal. No creo que el estalinismo haya sido un simple desvío accidental.
Me parece que tenemos que aceptar la dimensión arriesgada y trágica de toda revolución. Creo que deberíamos dejar esa visión marxista progresista ingenua, y aceptar la dimensión trágica de la historia. Esto no significa que debamos quedarnos de brazos cruzados y no hacer nada, sino que, más que nunca, debemos ser conscientes de los riesgos

Chávez y la izquierda

“Este es el gran problema para la izquierda: el capitalismo se está acercando a grandes problemas, pero hoy la izquierda no tiene una respuesta coherente para decir qué deberíamos hacer. Esa fue la verdadera tragedia con Chávez en Venezuela. Para mí, fue un Fidel Castro con dinero. No resolvía problemas, sino que tenía suficiente dinero para tirárselo a los problemas. Experimentaba todo el tiempo. Autogestión de los trabajadores, darles fábricas, cooperativas.
Quizás haya funcionado en algún lado, pero a nivel global, no. Por eso los de izquierda, en vez de llorar por el capitalismo global y nuevas formas de fascismo, debemos preguntarnos seriamente: ¿qué tenemos para ofrecer? ¿Tenemos una alternativa? ¿Cómo hacerlo? Es una situación trágica”.

El feminismo

Admiro y estoy de acuerdo con el MeToo, porque algo está cambiando radicalmente.Lo que fue el modelo de relaciones entre el hombre y la mujer durante miles de años se está debilitando. Me parece crucial retener una mirada crítica del MeToo o en líneas generales, de este nuevo movimiento de los transgéneros. Apoyo sus metas básicas, pero me parece que la forma en la que lo hacen es al menos discutible.
Me preocupa que tenga tantas jerarquías secretas… Tampoco estoy de acuerdo con este reproche de la cosificación, cuando dicen: “Los hombres nos cosifican”… La objetivación es cuando un hombre te observa con deseo, como un objeto sexual. Eso es parte de lo erótico, lo lamento… La cuestión es la libertad de cosificación.
¿Qué tiene de malo una mujer que quiere ser atractiva, o incluso promiscua para seducir a hombres y todo eso? El MeToo radical protesta contra la cosificación, no entiende la situación. Estoy a favor de la verdadera libertad, que contempla la libertad de que tanto hombres como mujeres se cosifiquen mutuamente.
Sí, es cierto que las mujeres fueron subordinadas. Muchas feministas occidentales escribieron al respecto. La de MeToo es una lógica de venganza, “Ahora haremos que el hombre las pague”. Si a uno lo acusan, ya lo consideran culpable diga lo que diga, a priori. Esa lógica terminará muy mal, creo.

El futuro

No lo diría de una forma tan determinista, pero estoy de acuerdo con usted en que, si no pasa nada, si no ocurre de alguna manera un despertar, entonces sí, lo más lógico, si extrapolamos la situación actual, es un autoritarismo mundial, no centralizado. Una combinación entre autoritarismo local, con un mercado global que funciona perfectamente.
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viernes, 14 de septiembre de 2018

BBC / Maduro en China: la crucial relación de Venezuela con el gigante asiático

jueves, 6 de septiembre de 2018

NYT PUBLICA EXPLOSIVA CARTA ANÓNIMA ENVIADA DESDE LA CASA BLANCA: "Soy parte de la resistencia dentro del gobierno de Trump"


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The New York Times tomó hoy la inusual decisión de publicar una columna de opinión anónima. Lo hemos hecho de esa forma a pedido del autor, un funcionario de alto rango en el gobierno de Trump cuya identidad conocemos y cuyo empleo estaría en riesgo por divulgar esta información. Creemos que publicar este ensayo de forma anónima es la única manera de ofrecer una perspectiva importante a nuestros lectores.
El presidente Trump enfrenta una prueba a su presidencia como la que ningún líder estadounidense moderno ha enfrentado.
No se trata solamente del alcance que puede tener la investigación del fiscal especial. O de que el país esté amargamente dividido respecto del liderazgo de Trump. Ni siquiera de que su partido pueda perder la Cámara de Representantes ante una oposición empeñada en derrocarlo.
El dilema —que él no entiende por completo— es que muchos de los funcionarios de alto rango en su propio gobierno trabajan diligentemente desde adentro para frustrar partes de su agenda y sus peores inclinaciones.
Yo sé que es así. Yo soy uno de ellos.
Para ser claros, la nuestra no es la popular “resistencia” de la izquierda. Queremos que el gobierno tenga éxito y pensamos que muchas de sus políticas ya han convertido a Estados Unidos en un país más seguro y más próspero.
No obstante, creemos que nuestro primer deber es con este país, y el presidente continúa actuando de una manera que es perjudicial para la salud de nuestra república.
Es por eso que muchos funcionarios designados por Trump nos hemos comprometido a hacer lo que esté a nuestro alcance para preservar nuestras instituciones democráticas y al mismo tiempo frustrar los impulsos más erróneos de Trump hasta que deje el cargo.
La raíz del problema es la amoralidad del presidente. Cualquier persona que trabaje con él sabe que no está anclado a ningún principio básico discernible que guíe su toma de decisiones.
Aunque fue electo como republicano, el presidente muestra poca afinidad hacia los ideales adoptados desde hace mucho tiempo por los conservadores: libertad de pensamiento, libertad de mercado y personas libres. En el mejor de los casos, ha invocado esos ideales en ambientes controlados. En el peor, los ha atacado directamente.
Además de su mercadotecnia masiva de la noción de que la prensa es el “enemigo del pueblo”, los impulsos del presidente Trump son generalmente anticomerciales y antidemocráticos.
No me malinterpreten. Hay puntos brillantes que la cobertura negativa casi incesante sobre el gobierno no ha captado: desregulación efectiva, una reforma fiscal histórica, un Ejército fortalecido y más.
No obstante, estos éxitos han llegado a pesar del —y no gracias al— estilo de liderazgo del presidente, el cual es impetuoso, conflictivo, mezquino e ineficaz.
Desde la Casa Blanca hasta los departamentos y las agencias del poder ejecutivo, funcionarios de alto rango admitirán de manera privada su diaria incredulidad ante los comentarios y las acciones del comandante jefe. La mayoría está trabajando para aislar sus operaciones de sus caprichos.
Las reuniones con él se descarrilan y se salen del tema, él se involucra en diatribas repetitivas y su impulsividad deriva en decisiones a medias, mal informadas y en ocasiones imprudentes, de las que posteriormente se tiene que retractar.
“No hay manera, literalmente, de saber si él cambiará su opinión de un minuto al otro”, se quejó ante mí un alto funcionario recientemente, exasperado por una reunión en el Despacho Oval en la que el presidente realizó cambios en una importante decisión política que había tomado solo una semana antes.
El comportamiento errático sería más preocupante si no fuera por los héroes anónimos dentro y cerca de la Casa Blanca. Algunos de sus asistentes han sido personificados como villanos por los medios. Sin embargo, en privado, han hecho grandes esfuerzos para contener las malas decisiones en el Ala Oeste, aunque claramente no siempre tienen éxito.
Puede ser un consuelo escaso en esta era caótica, pero los estadounidenses deberían saber que hay adultos a cargo. Reconocemos plenamente lo que está ocurriendo. Y tratamos de hacer lo correcto incluso cuando Donald Trump no lo hace.
El resultado es una presidencia de dos vías.
Por ejemplo, la política exterior. En público y en privado, el presidente Trump exhibe una preferencia por los autócratas y dictadores, como el presidente ruso, Vladimir Putin, y el líder supremo de Corea del Norte, Kim Jong-un, y muestra poca aprecio genuino por los lazos que nos unen con naciones aliadas que piensan como nosotros.
Sin embargo, observadores astutos han notado que el resto del gobierno opera por otro camino, uno en el que países como Rusia son denunciados por interferir y sancionados apropiadamente, y en el que los aliados alrededor del mundo son considerados como iguales y no son ridiculizados como rivales.
Por ejemplo, sobre Rusia, el presidente se mostró reacio a expulsar a muchos de los espías de Putin como castigo por el envenenamiento de un exespía ruso en el Reino Unido. Se quejó durante semanas de que altos miembros del gabinete lo dejaban atrapado en más confrontaciones con Rusia y expresó frustración por el hecho de que Estados Unidos continuara imponiendo sanciones a ese país por su comportamiento maligno. Sin embargo, su equipo de seguridad nacional tenía motivos para hacerlo —dichas acciones tenían que ser tomadas, para obligar a Moscú a rendir cuentas—.
Esto no es obra del llamado Estado profundo (deep state) —una teoría de conspiración que afirma que existen instituciones dentro del gobierno que permanecen en el poder de manera permanente—. Es la obra de un Estado estable.
Dada la inestabilidad de la que muchos han sido testigos, hubo rumores tempranos dentro del gabinete sobre invocar la Enmienda 25, la que daría inicio a un complejo proceso para sacar del poder al presidente. Sin embargo, nadie quiso precipitar una crisis constitucional. Así que haremos lo que podamos para dirigir el rumbo del gobierno en la dirección correcta hasta que —de una manera u otra— llegue a su fin.
La mayor preocupación no es lo que Trump ha hecho a la presidencia, sino lo que nosotros como nación le hemos permitido que nos haga. Nos hemos hundido profundamente con él y hemos permitido que nuestro discurso fuera despojado de la civilidad.
El senador John McCain lo dijo de la mejor manera en su carta de despedida. Todos los estadounidenses deberían prestar atención a sus palabras y liberarse de la trampa del tribalismo, con el objetivo mayor de unirnos a través de nuestros valores compartidos y amar a esta gran nación.
El senador McCain ya no está con nosotros, pero siempre contaremos con su ejemplo —un faro que nos guía para restaurar el honor a la vida pública y a nuestro diálogo nacional—. Trump puede temer a los hombres honorables, pero nosotros debemos venerarlos.
Existe una resistencia silenciosa dentro del gobierno compuesta por personas que eligen anteponer al país. Sin embargo, la verdadera diferencia será hecha por los ciudadanos comunes que se pongan por encima de la política, se unan con los adversarios y decidan eliminar las etiquetas para portar una sola: la de estadounidenses.