miércoles, 4 de septiembre de 2019

VENEZUELA VOX POPULI / La oposición de turno, cipaya y perniciosa

Juan Guaidó acompañado por uno de sus financistas Pedro Torres Picón (tercero a la derecha), "boliburgués" hijo del famoso corrupto y prófugo de la justicia venezolana Pedro Torres Ciliberto -amigo privilegiado de José Vicente Rangel-, hoy radicado en Nueva York, desde donde maneja su mafia afincada en Venezuela.


MANUEL ISIDRO MOLINA

La evidente afectación de la temporada 2019-2020 de la pelota criolla por las agresiones del gobierno de Donald Trump contra Venezuela, expone ante nuestro pueblo y el mundo la condición cipaya y perniciosa de la oposición de turno.

Pero, ¿qué es "la oposición de turno"? Un tinglado político, económico y comunicacional encabezado por el partido Voluntad Popular (VP), al cual correspondió la presidencia de la Asamblea Nacional (AN) para este año 2019, sobre la base del acuerdo político adoptado en diciembre de 2015 por la dirigencia de la Mesa de Unidad Democrática (MUD). Solo por ello, el diputado Juan Guaidó preside la Asamblea Nacional desde el pasado 5 de enero y hasta el 4 de enero de 2020. 

No es que "nos lo mandó Dios" ni que "al fin tenemos un líder", ni nada por ese estilo. Es un pacto político que ya tuvo tres de sus predecesores: en 2016, Henry Ramos Allup, secretario general del partido Acción Democrática (AD), quien sin que nadie se lo preguntara anunció pendenciero que sacaría de Miraflores al presidente Nicolás Maduro "en seis meses"; en 2017, Julio Borges, dirigente del partido Primero Justicia (PJ), liderado por el ex candidato presidencial Henrique Capriles (2012 y 2013); y en 2018, Omar Barboza, presidente del partido Un Nuevo Tiempo (UNT), liderado por Manuel Rosales, ex candidato presidencial (2006).

No sé quién convenció a esa dirigencia de la MUD, que el triunfo electoral parlamentario de diciembre de 2015, que dotó a la oposición de una mayoría de dos tercios en la Asamblea Nacional con 112 diputados para el período 2016-2021, había sido un mandato para expulsar de Miraflores al presidente Maduro o simplemente derrocarlo por "ilegítimo", con base en el desconocimiento de su primera elección del 15 de abril de 2013, en medio de la conmoción afectiva nacional por el fallecimiento del presiente Hugo Chávez, el 5 de marzo de aquel ya lejano año.

"La Salida"
Cuando Capriles -derrotado por segunda vez- llamó a "descargar esa arrechera", salieron de madrugada unos locos fascistas a cometer los miserables asesinatos de 11 seres humanos por su condición de "chavistas", hecho que marcó la pauta para "La Salida" de 2014, impulsada por Leopoldo López (VP), María Corina Machado (Vente Venezuela) y Antonio Ledezma (Alianza Bravo Pueblo), que devino en las "guarimbas", primer intento de derrocar violentamente a Maduro, con saldo de decenas de asesinatos en las calles, tanto por la violencia fratricida de los alzados como por la acción criminal represiva de los organismos policiales y militares del Estado y los grupos armados parapoliciales del gobierno, mal llamados "colectivos". Destruyeron bienes públicos y privados, obstruyeron durante meses la vida ciudadana, quemaron y destrozaron como les dio la gana, algo nunca visto en Venezuela: afectaron gravemente la vida económica y el desenvolvimiento social en el país, pero no lograron su objetivo político de derrocar al gobierno. Ninguno de ellos reconoce culpas y siguen "pa'lante", como si no hubiesen roto un plato.

Disparates políticos

El fracaso político de la MUD -que ninguno de ellos reconoce y todos tratan de enmendar hoy, atándose a los designios del uribismo colombiano y del rancio imperialismo monroísta de Trump y su banda de enajenados- no solo es evidente sino altamente pernicioso para Venezuela y los venezolanos, igual que lo ha sido esa especie de ornitorrinco político-administrativo que sigue siendo el gobierno Chávez-Maduro, enervado por la corrupción, la incompetencia y el abuso de poder, bajo una ensalada de ultraizquierdismo trasnochado, dogmatismo comunista soviético-cubano, militarismo corporativizado, indisciplina social y sinvergüenzura en el ejercicio de la función pública.

Los disparates políticos de esa oposición fracasada han estado signados por corrientes ideológicas "periclitadas" (RB dixit) como el macartismo-betancourista, entroncado con la tradición excluyente de las oligarquías latinoamericanas en su sanguinaria versión "uribista", la ola neoliberal mundial y la visión ultra WASP ("white, anglosaxon, protestant") de Trump y su combo. Esto ha degenerado como un cáncer en la persona de Guaidó y el resto de la dirigencia de lo que llamo "oposición de turno", que han abandonado desvergonzadamente el sentido nacional para convertirse en un amasijo de cipayos, como nunca antes había ocurrido en Venezuela.

Henry Ramos,secretario general de AD y presidente de la Asamblea Nacional, anunció que
sacaría al presidente Nicolás Maduro de Miraflores "en seis meses"... Lo dijo en enero de 2016.

Después del rotundo y triste fracaso de la política de AD en 2016, con Henry Ramos Allup en la presidencia de la AN, le tocó el turno a Primero Justicia en 2017, con Julio Borges, precedido por un período de desencuentros y hostilidades internas en la MUD y en su entorno nacional e internacional, desde donde los "arrechos del Twitter" despotrican con sus frustraciones a cuestas, disfrutando la buena vida que se dan en diversos países -especialmente EEUU, Colombia y España- a cuenta de "opositores a la dictadura": las redes sociales son su escenario de "luchas", sin riesgos ni exigencias  mayores, les basta con sentir ganas de "expresarse libremente" y descargar sus sandeces y vulgaridades. Ah, pero allá en Estados Unidos, se comportan muy bien, seriecitos y muy respetuocitos, para que no les quiten las visas ni objeten sus aspiraciones de obtener o conservar la "nacionalidad americana", cada día más alejados del sentir patrio y de los sufrimientos de nuestro pueblo.

La política Borges-PJ generó la "Guarimba 2017", tan traumática y sangrienta como la de 2014 (López-VP) y profundizó las peleas entre Henrique Capriles y Julio Borges, quien fue a dar a Colombia, protegido por el gobierno del presidente Juan Manuel Santos y recientemente designado "Comisionado para Relaciones Exteriores" por Juan Guaidó en su empeño de formar un gobierno títere articulado con el uribismo colombiano, el Comando Sur del Ejército de EEUU y el gobierno de Trump. 

La "jugada maestra" de Maduro

Asfixiado por la violencia de esa "Guarimba 2017", Maduro sorprendió el 1ro. de mayo de ese año, anunciando que convocaría a una Asamblea Nacional Constituyente, jugada maestra del Jefe de Estado. Su audaz paso sorprendió a tirios y troyanos, pero inmediatamente cambió el debate nacional y sucesivamente fue opacando el vigor de la agenda violentista de Borges y los factores ultraderechistas de la economía venezolana a los cuales está asociado desde sus inicios en la política, entroncados con los mencionados promotores de "La Salida" en 2014. Por supuesto, esa guarimba entusiasmó a sectores de PJ, AD, VP y agrupaciones menores como "Vente Venezuela" de la ex diputada María Corina Machado, y "Alianza Bravo Pueblo" de Antonio Ledezma, un corrupto desvergonzado que hoy habita en una lujosa residencia en Madrid, donde algunos de sus familiares y relacionados son investigados o son procesados por legitimación de capitales.


Fue tan impactante esa convocatoria a Constituyente, que solo generó en contrario el argumento político -mas no jurídico ni constitucional- de que el Presidente debía convocar a un referendo consultivo que validara su decisión, lo que no está establecido en al artículo 348 de la Constitución, como sí lo impone para las enmiendas (341/3) y las reformas (344) a la Carta Magna. En esa argumentación política coincidieron desde distintas posiciones ideológicas y motivaciones políticas, la ultraderecha embarcada en las guarimbas y parte de lo que se llamó genéricamente "chavismo crítico" (contrarios a la gestión Maduro). Sin embargo, hubo la elección constituyente el domingo 30 de julio, cuyos resultados favorables al gobierno fueron reconocidos oficialmente por el Consejo Nacional Electoral (CNE); y, por supuesto, desconocidos por la oposición hasta entonces agrupada en la MUD y los chavistas disidentes "antimaduristas".

ANC vs AN

Nicolás Maduro y Diosdado Cabello, presidente de la
Asamblea Nacional Constituyente, controlan el poder
y despliegan la estrategia frente a la política de Trump, Uribe
y la oposición de turno, que intenta derrocar al gobierno.

Desde su instalación el 4 de agosto de 2017, con 545 miembros, la Asamblea Nacional Constituyente -solo normada por los artículos 347, 348 y 349 de la Constitución, y sus propias decisiones no objetables por ningún poder constituido- comenzó a tomar decisiones en tres sentidos: 1.- Renovación electoral de gobernadores, consejos legislativos regionales, alcaldes y concejos municipales; 2.- Sustitución de hecho de Asamblea Nacional (AN) en sus competencias de control del Ejecutivo y ratificación de acuerdos internacionales; y 3.- Estudio y discusión de un nuevo texto constitucional. 

Es decir, el gobierno -con dominio absoluto en la ANC y los poderes Judicial, Ciudadano y Electoral- pasó a la ofensiva sobre una AN declarada en "desacato" por el Tribunal Supremo de Justicia, desde el 11 de enero de 2016; y una oposición política fragmentada por diferencias internas, algunas irreconciliables, que a la larga provocaron la extinción de la MUD, única plataforma partidista que ha agrupado electoralmente con éxito a quienes desde 1998 han enfrentado al chavismo, poderosa fuerza liderada por el fallecido presidente Hugo Chávez, y que fue carcomida por la corrupción desenfrenada de codiciosos militares, dirigentes políticos y empresarios ladrones asociados, varios de ellos opuestos hoy al "chavismo" oficialista que algunos llaman "madurismo", después que se "comieron las maduras" y se largaron con los reales.

La ANC ha sido utilizada por el gobierno y su principal partido PSUV (Partido Socialista Unido de Venezuela) como herramienta de control político, social e institucional, dada su condición plenipotenciaria, por encima de los Poderes Públicos constituidos. Tanto por su origen presidencialista como por la naturaleza de su forma de elección, la ANC es desconocida políticamente en Venezuela y el exterior por las corrientes y gobiernos de derecha y centro-derecha; y también por factores tradicionales de izquierda, centro-izquierda y ultra-izquierda, en los cuales se encuentran incluso elementos del llamado "chavismo crítico"; por del "chavismo militar" ultra corrompido y desvergonzado, y por el bando de empresarios ladrones, enriquecidos vulgarmente durante la era Chávez y la primera parte de la era Maduro, que ahora se la dan de "opositores" junto a lo peor de los corruptos de la oposición política, el uribismo colombiano y la derecha estadounidense emblematizada por Trump y su banda de locos.

La era Guaidó


Solo en Venezuela gravitan los "dientes rotos" alternándose con devaluados politiqueros de oficio y bolsillos sucios, tanto del gobierno como de oposición. Juan Guaidó es uno de esos casos, pero se ha tornado protuberante.

De la tercera línea de dirigentes del partido Voluntad Popular -la primera es exclusiva de Leopoldo López- el actual auto proclamado "presidente encargado de la República", lo hizo en plaza pública el 23.01.2019, porque no contaba con apoyo suficiente para ser votado como tal por la mayoría de la Asamblea Nacional instalada el 5 de enero; y porque de haberlo logrado, debía abandonar el cargo de presidente de la AN y dejarlo en manos de su primer vicepresidente, Edgar Zambrano (AD), hoy privado de libertad por su participación en el patético intento frustrado de golpe de Estado y alzamiento militar y popular para derrocar a Maduro, el pasado 30 de abril. 

Claro, Guaidó está apadrinado por Trump y Álvaro Uribe, factores de poder externos que unen fuerzas para desvencijar más a Venezuela sobre los gravísimos e inexcusables errores y perversiones del gobierno Chávez-Maduro. Es su títere, ejecuta lo que le pautan con total entrega cipaya y sin rubor alguno.

La era Guaidó ha sido para la oposición de turno en Venezuela, la de mayores altibajos: bienvenida el 5 de enero, cuando fue juramentado presidente de la AN; sorpresa festiva al autojuramentarse "presidente encargado", el 23 de enero; claridad de propósitos al ser reconocido inmediatamente por sus mentores de EEUU y Colombia; frustración con su "sí o sí" en la frontera con Colombia, el 23 de febrero; desolación, el 30 de abril, en su patético llamado a derrocamiento de Maduro; inmediata persecución penal de los involucrados, y él incólume, como si nada; y más recientemente, nombrando un raro "gabinete" de "comisionados" en el exilio, con Leopoldo López, refugiado en territorio español (Embajada en Caracas), y Julio Borges, a sus anchas en Bogotá. ¡Listo!

Colofón de la historia

Hoy, Guaidó ha visto rebanada su capacidad de convocatoria social, política y militar. No cabe aquí, una somera descripción de lo que le ocurre, a lo interno de Venezuela; pero basta con decir que sin la política injerencista y agresiva de Trump y Uribe (bajo su mando, Duque), su influencia sería imperceptible. Lo saben dentro de Voluntad Popular (VP) y también en el llamado "G4", integrado por VP, Acción Democrática (AD), Primero Justicia (PJ) y Un Nuevo Tiempo (UNT). Por ello, el gobierno del PSUV y sus "convidados de piedra" del "Gran Polo Patriótico" se sienten afirmados en el poder y se concentran más en lidiar con la fuerte presión externa y principalmente con el bloqueo brutal que ha impuesto Trump a la economía y a la sociedad venezolanas. 

Esta recta final tiene fecha: 5 de enero de 2020, cuando se elegirán las nuevas autoridades de la Asamblea Nacional, ante lo cual Guaidó tiene solo dos opciones, que no dependen de él, de su escaso poder-liderazgo. 

La enorme influencia de Trump y Uribe sobre
la oposición de turno venezolana ha sido objeto
de análisis sobrios y críticas mordaces.

Todos saben que Guaidó pende de Trump y Uribe, que VP es una fuerza minoritaria en la AN, y que la presidencia parlamentaria corresponde a los grupos minoritarios de oposición, encabezados hoy por "Cambiemos", liderado por el diputado Timoteo Zambrano, quien aspira a ocupar la silla que hoy calienta Guaidó.

Pero eso no es todo: Causa R, agrupación política liderada por Andrés Velásquez, también aspira la presidencia de la AN o cree que le corresponde entre los grupos minoritarios, según el acuerdo logrado en la desarticulada Mesa de Unidad Democrática (MUD), en diciembre de 2015. Le cerraría el camino a Zambrano, para optar por la ratificación de Guaidó en el cargo y así continuar con la ambivalencia de presidente parlamentario y "presidente encargado de la República".

La otra opción es -si logra los votos- hacerse elegir "presidente encargado" por la mayoría opositora de la AN, y entregar la presidencia parlamentaria al diputado Stalin González (UNT), segundo vicepresidente, quien timonearía la nave legislativa hasta el 5E. Lo pesado de esta peligrosa vertiente, es que sería una especie de "quema de velas" para un incierto no-retorno, bajo definitiva persecución penal por parte del Estado, que obligaría a Guaidó a abandonar el territorio venezolano e instalar "su" gobierno en el exterior, posiblemente Colombia, casus belli que desataría las hostilidades, tan deseadas y aplaudidas por insensatos que no tienen idea de lo que es una guerra.

La frontera Colombia-Venezuela puede ser escenario
del inicio de hostilidades controladas por el Comando Sur
del Ejércitro de Estados Unidos contra Venezuela.


Esa es otra historia: inmediatamente, morirían la verdad, el derecho y los buenos modales. La del mal gobierno de Maduro, con más de 80 % de rechazo, una economía derruida y la desesperanza social desbordada por tanto empobrecimiento, será objeto de un próximo análisis. 

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